Además de convertirnos en expert@s
conocedor@s del suelo, como no podía ser menos, el CRA Vero-Alcanadre, revivió
las experiencias de sus antepasados de Guara.
Hablamos de miles de años atrás, cuando
los seres que habitaban estas tierras, nos dejaron su huella marcada en forma
de arte en los abrigos del Cañón del Vero.
Así, nos reunimos tod@s en Castillazuelo,
y por edades fuimos entrando en una cueva prehistórica, pasando por LA PUERTA
DEL TIEMPO.
Al entrar nos reunimos alrededor de una
hoguera (era de mentirijillas pero parecía que nos daba hasta calorcito) y
empezamos a entender la forma de vida de los primeros habitantes humanos de
Guara. Sobretodo aprendimos cosas de unas personas muy concretas, de los
ARTISTAS de la tribu. Aquellos que nos dejaron las pinturas tan enigmáticas
como las del Tozal de Mallata, o animales completamente reconocibles como el
Ciervo de Chimiachas…
Muchos niñ@s, ya conocían estas pinturas,
porque como buenos investigadores naturalistas, conocen palmo a palmo el Parque
Natural, pero, ¿algun@ se ha preguntado qué pintura utilizaban para dibujar en
las paredes de la cueva y que no se haya borrado con el paso de los años?
Me parece que por aquellos años, no
existían ni las témperas, ni los rotuladores permanentes, y mucho menos los
sprays de grafiti!!
Los científicos estudiosos de la
prehistoria, han llegado a la conclusión de que utilizaban unos pigmentos
naturales que obtenían de las piedras que encontraban en la misma sierra.
Concretamente utilizaban un mineral de esas piedras piedras, el ÓXIDO DE
HIERRO. Y ¿de qué color es el óxido de hierro? Seguro que por casa, habéis
visto algún tornillo, algún alambre, alguna pieza de hierro que se ha oxidado,
y se queda de un color que recuerda mucho al naranja, a veces casi rojo. ¡Como
las pinturas rupestres de los abrigos del Vero!
Pero sólo con óxido de hierro, no podían
pintar, porque es polvo de color rojo, y eso con el viento no duraría ni un mes
en las paredes… así que ese polvo era necesario mezclarlo con algo que le diera
consistencia, y la ciencia, cree que se la daban con la yema de los huevos,
desechando así la clara.
Así que en nuestra cueva, nos pusimos
manos a la obra, y aunque pareciera que íbamos a hacer una tortilla de patatas,
preparamos nuestra pintura y con pincel en mano comenzamos a pintar.
Llenamos las paredes de pinturas
rupestres, algunos de nosotr@s pintamos con unas siluetas de las pinturas del
Vero, otr@s dejaron volar su imaginación y dejaron salir todo su arte
prehistórico afuera.
Y los mayores, incluso se atrevieron a
pintar con el aerógrafo, técnica empleada en la antigüedad, sólo que nuestro
aerógrafo era un poco más moderno…
Qué bueno es sentirse por un día artista
prehistórico! Creemos que l@s alumn@s, no olvidarán muy fácilmente esta bonita
experiencia!